lunes, 18 de marzo de 2013

Mamá, ¡quiero ser artista!

Autor: Alberto Ruiz
Publicado inicialmente el 27/02/2013 en www.arquitecturaconminusculas.wordpress.com

De unos años a esta parte es habitual escuchar críticas a las barbaridades arquitectónicas perpetradas en este país. Se analizan sus componentes sociales, políticas y sobre todo, económicas. Que hasta el follonero nos ha dedicado un programa, tú.

Y sin querer quitarle ni un gramo de razón a los críticos, aunque sorprendido de que ninguno de tan agudos analistas se diera cuenta de esto hasta quien dice anteayer, me da por preguntarme si la cuestión está en lo social, en lo político y en lo económico, o si el verdadero problema es que llevamos veinte años haciendo una arquitectura muy mala.

Nos hemos empeñado en llevar el debate a terrenos en los que podamos culpar a otros. Siempre hay un alcalde, un consejero o un subsecretario responsable de haberse comprado la última obra del pritzker de turno.


Pero amigo, el que ha cogido el lápiz y ha parido el artefacto, has sido tú.

Criticamos sin piedad esa moda post-guggenheim de comprar arquitectura como el que compra cuadros. “le hemos encargado la obra del palacio de congresos municipal a fulanito, que sale en el dominical del país” y fulanito se planta en aquel pueblito manchego de 300 habitantes, coloca su “cosa” con capacidad para 5000 espectadores (“oye, que van a venir a escuchar zarzuelas hasta de la capital”) y a otra cosa, mariposa.

Porque fulanito es un ARTISTA (con mayúsculas, of course) y una vez en el Pasajes dijeron que sus propuestas tenían la vaga y prometedora indefinición de la materialidad crepuscular (con foto blanco y  negro, mirando al infinito y agarrándome la cara con la mano, so cool…), y se ha dado cuenta de que gracias a la materialidad crepuscular, puede plantar un pirulo móvil en el centro de una rotonda, una flanera* bocabajo en medio de un erial o unos cientos de toneladas de hormigón sin ventanas en una huerta, y que no solo no le van a tirar piedras sino que le van a dedicar una retrospectiva (a mis 40, guau!) en las arquerías de Nuevos Ministerios.

Que parte del problema es del que nos ha dicho lo de ¡¡¡artista!!!

Pero es que nosotros nos lo hemos creído…

(*los créditos de “la flanera de zaera”, son, por supuesto, de nuestros admirados n+1)

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